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Revolución industrial


La Revolución Industrial es considerada como el mayor cambio tecnológico, socioeconómico y cultural ocurrido entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, que comenzó en el Reino Unido y se expandió por el resto del mundo. En aquel tiempo, la economía basada en el trabajo manual fue remplazada por otra dominada por la industria y manufactura de maquinaria. La revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio era fomentada por el mejoramiento de las rutas y, posteriormente, por el ferrocarril. La introducción de la máquina a vapor y una poderosa maquinaria (mayormente relacionada a la industria textil: la rudimentaria Spinning Jenny) favorecieron los drásticos incrementos en la capacidad de producción. El desarrollo de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura para una mayor producción de artefactos utilizados en otras industrias.

Los efectos de la Revolución Industrial se esparcieron alrededor de Europa occidental y América del Norte durante el siglo XIX, eventualmente afectando la mayor parte del mundo. El impacto de este cambio en la sociedad fue enorme y frecuentemente comparado con el de la revolución neolítica (6.000 años atrás), cuando el arado hizo posible el desarrollo de la agricultura.

Causas
Las causas de la Revolución Industrial son complejas, con algunos historiadores viéndola como el momento en el que se dejó atrás los cambios sociales e institucionales surgidos en el fin de la etapa feudal británica después de la Guerra Civil Inglesa en el siglo XVII. Como los controles fronterizos se hicieron más efectivos, la propagación de enfermedades disminuyó previniendo epidemias como las ocurridas en tiempos anteriores. La Revolución agrícola Británica hizo además más eficiente la producción de alimentos con menor trabajo intensivo, alentando a la población que no podía encontrar trabajos agrícolas a tomar empleos relacionados con la industria y, por ende, originando un movimiento migratorio desde el campo a las ciudades así como un nuevo desarrollo en las fábricas. La expansión colonial del siglo XVII acompañada del desarrollo del comercio internacional, la creación de mercados financieros y la acumulación de capital son considerados factores influyentes, como también lo fue la revolución científica del siglo XVII.

La presencia de un mayor mercado doméstico debería también ser considerada como un catalizador de la Revolución Industrial, explicando particularmente por qué ocurrió en el Reino Unido. En otras naciones, como Francia, los mercados estaban circunscriptos a regiones locales, lo que frecuentemente imponía altas tarifas en las mercancías comercializadas entre ellas.

La invención de la máquina a vapor fue una de las más importantes innovaciones de la Revolución Industrial. Hizo posible mejoramientos en el trabajo del metal basado en el uso de coque en vez de carbón vegetal. En el siglo XVIII la industria textil aprovechó el poder del agua para el funcionamiento de algunas máquinas que utilizaba. Estas textiles se convirtieron en el modelo de organización del trabajo humano en las fábricas.
Además de la innovación de la maquinaria, la cadena de montaje contribuyó mucho en la eficiencia de las fábricas. Con una serie de hombres realizando una misma tarea en la elaboración de un producto y luego pasando el producto a medio terminar a los siguientes trabajadores para que éstos a su vez efectúen otra tarea específica sobre éste, la cantidad de mercancía producida se incrementó significativamente..

Desarrollo
La primera Revolución Industrial, también conocida como Revolución Científico Tecnológica (RCT), se gestó durante casi 300 años, pero su expresión tecnológica se dio en la revolución industrial y sus efectos se prolongan hasta 1780.

El término Revolución Industrial sólo se utiliza para los Estados que pusieron en marcha el proceso. Se utiliza el de industrialización para los demás estados que van importando las nuevas técnicas.

Existieron una serie de factores para hacer posible dicha revolución: endógenos o internos (inventos e innovaciones, políticas adecuadas, dinamismo en los empresarios, acumulación de capital), y exógenos o externos (transportes, crecimiento de la población, modernización de la agricultura, educación) Seis fueron las circunstancias económico-sociales asociadas a esta primera RCT: La descomposición de la sociedad feudal, el desarrollo del capital comercial (la nueva industria está cimentada en el maquinismo y en las fábricas que sustituyen los pequeños talleres), el desarrollo de las relaciones comerciales marítimas, el impulso de la industria pesada (minera y metalúrgica), revolución agrícola (gracias a la industria química: abonos, fertilizantes...) y desarrollo de la industria química. Analizamos los más importantes:

·         Revolución agrícola: aumento progresivo de la producción gracias a la inversión de los propietarios en nuevas técnicas y sistemas de cultivo, además de la mejora del uso de fertilizantes.
·         El desarrollo del capital comercial: Las máquinas se aplicaron a los transportes y a la comunicación iniciando una enorme transformación. Ahora las relaciones entre patronos y trabajadores es únicamente laboral y con el fin de obtener beneficios.
·       Cambios demográfico-sociales: la modernización de la agricultura permitió un crecimiento demográfico debido a la mejora de la alimentación. También hubo adelantos en la medicina y en la higiene que favorecieron un descenso de la mortalidad; pero la natalidad se mantenía, de ahí que creciera la población. También hubo una emigración del campo a la ciudad porque la ocupación                                                                                        labores agrícolas disminuyó mientras crecía la demanda de trabajo en las ciudades.

Esta primera RCT se caracterizó por un cambio en los instrumentos de trabajo de tipo artesanal por la máquina de vapor, movida por la energía del carbón. La máquina exige individuos más cualificados, produce una reducción en el número de personas empleadas, arrojando de manera incesante masas de obreros de un ramo de la producción a otra, especialmente del campo a la ciudad.

La revolución industrial generó también un ensanchamiento de los mercados extranjeros y una nueva división internacional del trabajo (DIT). Los nuevos mercados se conquistaron mediante el abaratamiento de los productos hechos con la máquina, por los nuevos sistemas de transporte y la apertura de vías de comunicación, así como también, mediante una política expansionista. Entre 1830 y 1880, las principales guerras fueron de tipo colonialista, en la India, China, Turquía, Sudán, Persia, Afganistán, Rusia Oriental y México.

El Reino Unido fue el primero que llevó a cabo toda una serie de transformaciones que la colocaron a la cabeza de todos los países del mundo. Los cambios en la agricultura, en la población, en los transportes, en la tecnología y en las industrias, favorecieron un desarrollo industrial. La industria textil algodonera fue el sector líder de la industrialización y la base de la acumulación de capital que abrirá paso, en una segunda fase, a la siderurgia y al ferrocarril.

A mediados del siglo XIX, la industria británica tenía sólidas bases y con una doble expansión: las industrias de bienes de producción y de bienes de consumo. Incluso se estimuló el crecimiento de la minería del carbón y de la siderurgia con la construcción del ferrocarril. Así, en Gran Bretaña se desarrolló de pleno el capitalismo industrial, lo que explica su supremacía industrial hasta 1870 aproximadamente, como también financiera y comercial desde mediados de siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial (1914). En el resto de Europa y en otras regiones como América del Norte o Japón, la industrialización fue muy posterior y siguió pautas diferentes a la británica.

Unos países tuvieron la industrialización entre 1850 y 1914: Francia, Alemania y Bélgica. En 1850 apenas existe la fábrica moderna en Europa continental, sólo en Bélgica hay un proceso de revolución seguido al de Reino Unido. En la segunda mitad del siglo XIX se fortalece en Turingia y Sajonia la industrialización de Alemania.

Otros países siguieron un modelo de industrialización diferente y muy tardía: Italia, Imperio Austrohúngaro, España o Rusia. La industrialización de éstos se inició tímidamente en las últimas décadas del siglo XIX, para terminar mucho después de 1914.

Etapas de la Revolución Industrial
La Revolución Industrial estuvo dividida en dos etapas: La primera del año 1.760 hasta 1.870, y la segunda de 1.870 hasta 1.914. Todos estos cambios trajeron consigo consecuencias tales como:
 1. Demográficas.                                                                                                                   
 Traspaso de la población del campo a la ciudad (éxodo rural)
 Migraciones Internacionales
 Crecimiento sostenido de la población
 Grandes diferencias entre los pueblos
 Independencia económica
2. Económicas.
 Producción en serie
 Desarrollo del capitalismo
 Aparición de las grandes empresas
 Intercambios desiguales
3. Sociales.
 Nace el proletariado
 Nace la Cuestión Social
4. Ambientales.
 Deterioro del ambiente y degradación del paisaje
 Explotación irracional de la tierra

A mediados del siglo XIX, en Inglaterra se realizaron una serie de transformaciones que hoy conocemos como Revolución Industrial; dentro de las cuales las más relevantes fueron:
a) La aplicación de la Ciencia y Tecnología permitió el invento de máquinas que mejoraban los procesos productivos.
b) La despersonalización de las relaciones de trabajo: se pasa desde el taller familiar a la Fábrica.
c) El uso de nuevas fuentes energéticas, como el carbón y el vapor.
d) La revolución en el transporte: ferrocarriles y barco de vapor.                                                                                                                                     
e) El surgimiento del proletariado urbano.

El por qué Inglaterra estaba en condiciones de iniciar este proceso se debe a que hubo una serie de factores que lo favorecían; por ejemplo, contaban con abundante mano de obra, con yacimientos de carbón, tenía colonias en ultramar que le proveían de materia primas y contaba con una gran red de vías fluviales que facilitaban el transporte de mercaderías por el interior de su territorio. A ese conjunto de factores se suman dos fenómenos paralelos: una revolución agrícola y otra demográfica. La primera consistió en la aplicación de nuevas tecnologías y formas de explotación de la tierra; desaparecieron los pequeños propietarios y las tierras de uso común, a favor de grandes latifundistas; se incrementó ostensiblemente la producción de alimentos y también crecieron las rentas de los grandes propietarios que invirtieron en el proceso de industrialización. La revolución demográfica significó un aumento notorio y explosivo de la población, fenómeno que nos sólo se desarrollo en Inglaterra. Las causas de este incremento dicen la relación con el aumento de la producción de alimentos, el mejoramiento de las condiciones higiénicas de la población y también se agregarán, mas tarde, los avances en el campo de la medicina, lo que permitió rebajar las tasas de mortalidad.

Impacto Social
La industrialización que se originó en Inglaterra y luego se extendió por toda Europa no sólo tuvo un gran impacto económico, sino que además generó hondas transformaciones sociales.

Proletariado urbano. Como consecuencia de la Revolución agrícola y demográfica, se produjo un masivo éxodo de campesinos hacia las ciudades; el antiguo agricultor se convirtió en obrero industrial. La ciudad industrial aumentó su población como consecuencia del crecimiento natural de sus habitantes y por el arribo de este nuevo contingente humano. La carencia de habitaciones fue el primer problema que sufrió esta población marginada socialmente; debía vivir en espacios reducidos sin las mínimas condiciones, comodidades y condiciones de higiene. A ello se sumaba largas horas de trabajo, en las que participaban hombres, o mujeres y niños que carecían de toda protección legal frente a los dueños de las fábricas o centro de producción. Este conjunto de males que afectaba al proletariado urbano se llamó la cuestión social, haciendo alusión a las insuficiencias materiales y espirituales que les afectaban.
Burguesía Industrial. Como contraste al proletariado industrial, se fortaleció el poder económico y social de los grandes empresarios, afianzando de este modo el sistema económico capitalista, caracterizado por la propiedad privada de los medios de producción y la regularización de los precios por el mercado, de acuerdo por la oferta y la demanda. En este escenario, la burguesía desplaza definitivamente a la aristocracia terrateniente y su situación de privilegio social se basó fundamentalmente en la fortuna y no en el origen o la sangre. Avalados por una doctrina que defendía la libertada económica (liberalismo económico), los empresarios obtenían grandes riquezas, no sólo vendiendo y compitiendo, sino que además pagando bajos precios por la fuerza de trabajo aportada por los obreros. Las propuestas para solucionar el problema social. Frente a la situación de pobreza e indefensión de los obreros, surgieron críticas y fórmulas para tratar de darles solución; por ejemplo, los socialistas utópicos, que aspiraban a crear una sociedad ideal, justa y libre de todo tipo de problemas sociales. Otra propuesta fue por el socialista científico de Carlos Marx, que proponía la revolución y la abolición de la propiedad privada (marxismo); también la Iglesia católica, a través del Papa León XII, dio a conocer la Encíclica Rerum Novarum (1.891), la que condenaba los abusos y le exigía a los estados la obligación de proteger a lo más débiles. A continuación un fragmento de esta encíclica: “(...) Si el obrero presta a otros sus fuerzas a su industria, las presta con el fin de alcanzar lo necesario para vivir y sustentarse y por todo esto con el trabajo que de su parte pone, adquiere el derecho verdadero y perfecto, no solo para exigir un salario, sino para hacer de este el uso que quisiere (...)”.


Principios fundamentales de la industria
Uno de los principios fundamentales de la industria moderna es que nunca considera a los procesos de producción como definitivos o acabados. Su base técnico-científica es revolucionaria, generando así, el problema de la obsolescencia tecnológica en períodos cada vez más breves. Desde esta perspectiva puede afirmarse que todas las formas de producción anteriores a la industria moderna (artesanía y manufactura) fueron esencialmente conservadoras. Sin embargo, esta característica de obsolescencia e innovación no se circunscribe a la ciencia y la tecnología, sino debe ampliarse a toda la estructura económica de las sociedades modernas. En este contexto la innovación es, por definición, negación, destrucción, cambio, la transformación es la esencia permanente de la modernidad.

El desarrollo de nuevas tecnologías, como ciencias aplicadas, en un receptivo clima social, es el momento y el sitio para una revolución industrial de innovaciones en cadena, como un proceso acumulativo de tecnología, que crea bienes y servicios, mejorando el nivel y la calidad de vida. Son básicos un capitalismo incipiente, un sistema educativo y espíritu emprendedor. La no adecuación o correspondencia entre unos y otros crea desequilibrios o injusticias. Parece ser que este desequilibrio en los procesos de industrialización, siempre socialmente muy inestables, es en la práctica inevitable, pero mensurable para poder construir modelos mejorados

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